En tiempos pasados recibió el gran Theodore Roosevelt, que veía que no había "victoria más grande como el majestuoso triunfo de la guerra" y tenemos a uno de los mentirosos más grande del planeta luciendo su flamante Nobel de la Paz: Barack Obama.
El problema impera en que, para ganar este premio se tiene que tener dos cosas: Hacer tu lucha contra el sistema, contra viento y marea y que al final no puedas triunfar como Rigoberta Menchú o Yassir Arafat, o sino hacer todo lo contrario, hablar estúpidamente en contra de la guerra pero administrándola y alargarle más y más la vida, tal es el caso como el actual Nobel.
Los asesinos del ayer o los que fueron cómplices de los mismos coinciden: Evo ha matado a más de 70 personas. Personajes que militaron y apoyaron abiertamente los regímenes dictatoriales del pasado tiran el grito al cielo cuando aparece tremendo atrevimiento al sistema aberrante que actualmente tiene conquistado el planeta. Personajes de la más recalcitrante derecha que tienen de su lado a los medios que callaron cuando un golpe se gestaba y apoyaron a los vándalos que hoy se esconden y se denominan "perseguidos políticos"; solo para que se sepa un perseguido es aquel que le tocan a su puerta y no le llevan una citación para declarar ante un juez, sino es aquel que entran a su casa a quererlo matar, así de simple.
Evo Morales triunfó, es indígena, sindicalista, socialista, populista, Presidente de un país que era muy poco mencionado por los poderosos emporios fabricantes de noticias denominados medios de comunicación y puso esta nación en el mapa. Por eso, Evo no puede ganar
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