Primero Túnez, luego Egipto y después Marruecos. Mauritania, Argelia, Sudán, Yemen, Siria y Líbano, que alguna vez conocieron democracia no se quedan atrás. Los magnates petroleros abren bien los ojos y temen que esta contagiosa dignidad en el mundo árabe derive a tumbar a los sempieternos jeques de Omán, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahréin, Kuwait y en menor medida, Jordania.
Debido a que está el elixir petrolero en esa zona, la Unión Europea, Estados Unidos de América y todos los medios de comunicación a su servicio no le pierden pisada. Se ha escuchado denuncias en Túnez y Egipto que la ultraderecha subirá con el auspicio de Estados Unidos, cuestión que no deja descansar a los millones de tunecinos que esperan un verdadero gobierno democrático, justo e igualitarioAtrás quedaron las rebeliones islamistas, pero los árabes saben que ganar seis veces las elecciones da para desconfiar. Mientras tanto en Egipto llegó el premio Nobel de la Paz, Mohamed el-Baradei, dice estar dispuesto a liderar la transición. Otras formas de aplacar este contagio fuerte es aumentando los subsidios o así lo entiende el siempre autoritario Mohamed VI, rey de Marruecos.
