Los indígenas tienen mucho que ver en esta fiesta, ya que para los europeos no es más que una fiesta hereje, o lo era entonces. Poco o nada han cambiado los tiempos desde entonces. En Brasil, Argentina, Ecuador, Colombia, Perú, el Caribe, Centroamérica, México, el sureste de los Estados Unidos de Norteamérica, incluso Bolivia y Chile se formaron los jolgorios más grandes que solo pueden ser comparados con el carnaval del año entrante.
Por tres días, ellos fueron reyes, aquellas personas que lavan autos, limpian casas, jardines, plazas y calles, lavan ropas y cocinan y limpian en hoteles y restaurantes. En Brasil, por dar un ejemplo, todos, mayormente los negros tataranietos de esclavos se sienten libres otra vez y se visten con las mejores galas para mostrar al mundo que tienen mucha alegría y mucho baile que dar, pero luego todo pasa y vuelven a la vieja rutina. Todas las escuelas de samba compiten de igual a igual en Río, Sao Paulo, Porto Alegre y otras ciudades para demostrar cual de todas es la más alegre y la más creativa, mostrando un contenido profundo sobre la igualdad social, y los engaños que el mundo ha sufrido o sufre actualmente, aunque también se muestra lo mejor de los adelantos científicos, entre otras cosas.
En Bolivia, por dar otro ejemplo se vive de manera distinta en todas las ciudades. En Oruro, el folclor surgido de una mezcla entre las religiones aimaras, africanas y católica y la cultura de tres mundos distintos dio como resultado la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad que es la entrada llena de devoción del carnaval orureño. En Santa Cruz se derrocha alegría también. Tan derrochada es que solo unos pocos pueden aprovecharla y es que en esta parte del mundo, el carnaval lo viven y lo gozan todo aquel que pueda hacerlo y a lo que me refiero es: Teniendo dinero. Ojala que en esta ciudad cambie muy pronto, o por lo menos, sea más inclusivo y deje su elitismo que mucha gente ya lo toma como algo "normal" en estas regiones orientales bolivianas.
¡Que viva el carnaval!
